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Historias de bardos
La primera jornada
(#1,50,20,320,160)
Como muchos otros, desea probar suerte y construir un imperio en los tiempos que corren. Desde hace ya algunos a
os, no hay gobernante en Tamar: el caos y la anarqu
a impera en estas tierras. Cualquiera puede impartir
rdenes, pero no todo el mundo tiene la capacidad de unificar territorios y convertirse en el gobernante supremo.
Le espera una vida dura y se enfrentar
con la muerte m
s de una vez...
realmente cree que podr
gobernar todo Tamar?
La gente le respetar
o ser
desterrado con deshonor y verg
enza por haber fracasado? Es hora de que utilice sus habilidades para construir un vasto y poderoso imperio a partir de lo poco que dispone.
Es cierto que por ahora no posee ni fama ni fortuna: lo
nico de lo que dispone es de un peque
o pueblo y algunos acres de terreno. La poblaci
n en s
consiste en algunas peque
as caba
as, dos viejos molinos y un granero medio derruido. En el centro del pueblo hay una caba
a ligeramente mayor que resulta ser la taberna local. Este edificio parece ser el referente de la ciudad puesto que las noticias viajan muy r
pido y es el primer lugar que visita cualquier extranjero que llegue.
($1,>)
Pero no pierda la fe con este pat
tico panorama. Ya puede imaginar c
mo se ver
en pocos a
os. Lo primero, probablemente, ser
construir un aserradero y una forja: ambos edificios le ser
n de gran ayuda para poder erigir otros. Tambi
n puede imaginarse mentalmente la construcci
n de un peque
o mercado, cerca de la taberna. Puede construir un mercado central m
s tarde, y una residencia para usted, disponiendo as
de un lugar adecuado para vivir y trabajar, desde el que gobernar su imperio en expansi
Deber
a buscar la ayuda de sabios para investigar en diversos campos del conocimiento. As
como contratar tambi
n a algunos gu
as locales y enviarlos como exploradores a los reinos vecinos y as
obtener informaci
n sobre las gentes de otras tierras y ciudades que descubran: gracias a ello le ser
posible contactar con sus vecinos, comerciar o incluso ir a la guerra contra ellos.
Antes o despu
s, los escasos acres de tierra que posee ser
n insuficientes y tendr
que expandir sus dominios. Para ello necesitar
disponer de soldados que deber
equipar con armas y protecciones.
Pero deber
tambi
n hacer algo por los simples paisanos, como construir una escuela o una capilla. Pronto el n
de ciudadanos aumentar
y se convertir
en una peque
a villa y alg
a puede incluso que se convierta en una gran ciudad. La gente de otros lugares del reino puede venir a vivir y a trabajar aqu
. Y puede que alg
a, en un futuro lejano, sea capaz de crear nuevos asentamientos en su reino.
Puede tomar cualquiera de los caminos que desee. Puede optar por la v
a diplom
tica o por el campo de batalla. Puede ser un simple comerciante. Tambi
n si lo desea puede ser un vasallo o un se
or feudal.
Pero no olvide que no deber
traicionar a la gente que depende de usted. Si falla, ser
desterrado o incluso asesinado. Pero si su mandato es sabio, su posici
n mejorar
y los juglares cantar
n en a
os venideros sobre usted y su sabio gobierno.
($2,<,-1)
El aserradero
No mucho tiempo atr
s, hab
a un peque
o bosque donde ahora est
el nuevo aserradero. Se ha elegido este lugar por estar cercano al r
o. Siguiendo sus
rdenes, los
rboles han sido talados y utilizados para construir dicho aserradero. En este punto la corriente del r
o es lo suficientemente fuerte, de manera que es un lugar excelente para montar una rueda que ser
la encargada de mover las cuchillas de las sierras.
Un anciano roble ha sido dividido en tablones id
nticos con el mon
tono movimiento de la sierra. Un fresco aroma a bosque llena el aire y una fina capa de serr
n lo envuelve todo. Cada d
a los operarios trabajan hasta bien entrada la noche debido a los problemas que tienen para mantener al d
a los pedidos que reciben de todo el pueblo. Puesto que existen diferente tipos de sierras de corte, tambi
n hay diferentes tipos de trabajo que se pueden realizar simult
neamente. Se necesitan tanto vigas y tablones para suelos y tejados como para mobiliario. Tambi
n ciertas partes o elementos de madera para armas se fabrican aqu
Un nuevo cargamento de
rboles ha llegado en un carro tirado por un caballo. El conductor aguarda cerca de
ste para llevar los tablones de roble a las obras que se realizan en las afueras; tambi
n lleva algunos grandes a un lugar cercano, donde la forja est
siendo construida.
($1,-1)
El mercado
El peque
o mercado recientemente abierto se encuentra en el centro de la ciudad. Al poco de su inauguraci
n por el administrador, el ajetreo y el bullicio ya lo dominan. En
l hay ofertas variadas de bienes procedentes de todo el pa
s. Puede ver grandes testudos (escudos de combate) cerca de los carros que transportan material de construcci
n y artiller
a pesada cerca de algunos sacos de trigo y raras hierbas. A veces, incluso puede encontrar un cartel en el que se ofrecen nav
os de guerra y mercantes. Siempre puede echar una ojeada a las diversas ofertas y pujar... pero otros se
ores tambi
n puede desear echar mano al mismo producto, por lo que no todas las pujas que haga ser
n las m
s altas y eso significar
perder el producto si no tiene cuidado. Naturalmente, tambi
n puede vender productos de sus almacenes. Si otros reinos codician sus bienes, el oro pronto llenar
sus arcas.
Los bienes que sus artesanos y herreros producen tampoco son despreciables: se ofrecen aqu
. Por el respeto asociado a su posici
n y a que saben que sus productos se vender
n mejor aqu
que en otras tierras, se le ofrecer
n a un buen precio. Dependiendo de las capacidades y habilidades aprendidas en el pasado por sus artesanos, podr
obtener bienes que van desde simples dagas hasta pesadas catapultas de guerra como el tormento.
($1,-1)
b La forja
Las nuevas forjas, erigidas siguiendo sus deseos, ya est
n operativas para su prop
sito de ayudar en la expansi
n del asentamiento. B
sicamente todo nuevo reino necesita lo que ellas producen, desde accesorios de metal y materiales de construcci
n hasta hojas de espada y armaduras.
Puede o
r desde bien lejos el sonido caracter
stico, cuando el pesado martillo golpea en el yunque. Basta con entrar en la forja para saber c
mo progresa el trabajo: el herrero est
en plena faena, muy sudoroso, a pesar del aire fr
o de las primeras horas de la ma
ana. Ha tenido mucha suerte al conseguir a este maestro artesano, porque aunque pertenece a la raza de los enanos y es en general peque
o en tama
o, domina el martillo y el soplado de metales como nadie. En este momento est
trabajando con el chico que opera el fuelle del horno, en la habitaci
n de atr
s, para que el acero alcance pronto el color blanco: cuando lo consiga tomar
un par de largos alicates para manejar esta pieza met
lica que pronto convertir
en la hoja de un hacha de batalla.
Con una fuerza que no esperar
a de este enano, crea la hoja a partir del t
pico metal retorcido. Maneja el martillo con gran destreza: con cada espiraci
n golpea el mismo punto caliente quedando pronto la hoja queda terminada. Cuidadosamente inspecciona su trabajo, hace algunas correcciones con un martillo m
s peque
o y coloca la hoja nuevamente en el hogar. Cuando vuelve a ponerse al rojo, la saca y la deposita en un cubo de agua, lo que la vuelve m
s dura y resistente, para que pronto puede hacer un buen servicio en el campo del honor.
En el fondo, puede ver a un asistente que termina las hojas, limpi
ndolas y afil
ndolas. Cerca de
l hay algunas hachas y un cesto de puntas ya terminadas que esperan a formar parte de lanzas y flechas.
($1,-1)
Y El registro mercantil
Hoy Ulrich se ha levantado temprano. Ha recibido
rdenes de tratar con especial esmero los nuevos acuerdos comerciales de su Se
or. Durante a
os, Ulrich ha sido responsable de administrar las reservas de grano y por eso tambi
n es el encargado de todos los acuerdos relacionados con dichos cargamentos. Ya no es un jovenzuelo, pero tiene gran experiencia en la adecuada distribuci
n del trigo. Su aspecto dif
cilmente le har
a pensar que ocupa un importante cargo. Su peque
a silueta est
arropada con vestimentas sencillas y su delgado cabello queda oculto bajo un sombrero de fieltro. S
lo la gran cantidad de llaves de los almacenes en su cintur
n, y la bolsa con escritos que porta sobre su hombro, lo distingue en las calles de un simple paisano.
Cuando abre la puerta del registro mercantil lo encuentra rebosante de actividad. Muchos escribanos, sentados detr
s de sus escritorios, est
n redactando contratos. Uno de ellos que acaba de terminar con un acuerdo para suministrar armas a un reino vecino, lo toma, con la tinta apenas seca, del jefe de almac
n, que tiene su mesa en un pedestal en la parte trasera del pasillo. S
l est
autorizado para firmar los contratos en nombre de Su Se
or. Procede a verificar el texto con atenci
n y a firmarlo, pero no sin echar un vistazo al inventario y a la lista de precios para confirmar
stos. Como siempre, coloca el cu
o oficial sobre el documento con aire de solemnidad. A continuaci
n, llama a uno de los mensajeros que aguarda, entreg
ndoselo junto a una bolsa llena de peque
as monedas para gastos de viaje y lo env
a al reino vecino.
Ulrich dirige sus pasos hacia el jefe de almacenes. Despu
s de las dos
ltimas cosechas, que no han sido demasiado buenas, las reservas de grano est
n a punto de agotarse.
El pa
s necesita grano desesperadamente, as
que se ha enviado a nuestros jinetes a solicitar cargamentos de trigo a los Se
ores vecinos con los que guardamos buenas relaciones. Hasta ahora, no han tenido
xito. Parece que las noticias de hoy no son mejores que las de ayer. Wungart, el jefe de almac
n, mueve su cabeza en cuanto se percata de que Ulrich se le aproxima. 'No hay nuevas ofertas, Ulrich. Si no conseguimos algunos nuevos acuerdos, este invierno ser
duro para el pueblo.'
($1,>)
En ese momento, la puerta delantera se abre repentinamente y un exhausto mensajero, cubierto de polvo de pies a cabeza, llega tambale
ndose. Dif
cilmente puede mantenerse en pie, pero sus ojos brillan. '
Finalmente, grano!
Tengo un acuerdo para comprar grano!' grita. Abre su bolsa, cubierta de lodo seco, y saca una especie de carpeta de cuero, de la que con cuidado, pues como puede imaginar es muy fr
gil, extrae un pergamino. Wungart dif
cilmente puede creer lo que lee. Una oferta de grano - incluso mayor de lo que necesitan,
y a muy buen precio! Uno de nuestros aliados ha tenido una pr
spera cosecha y ahora nos ofrece grano como agradecimiento por nuestra ayuda en el pasado.
Ulrich no pierde tiempo y regresa a la residencia con las buenas nuevas. Su Se
or echa una ojeada al contrato y lo firma inmediatamente. A continuaci
n llama a su mejor mensajero disponible en ese momento y lo env
a en un viaje agotador.
Ahora que habr
grano antes del comienzo del invierno, gran cantidad de trabajo espera a Ulrich. Ya ha tenido cuidado de que sea asignado de forma justa.
Mientras tanto, cada d
a queda plasmado en el registro comercial. Los mensajeros esperan alg
n encargo y los escribanos trabajan ajetreados sobre documentos, mientras Wungart los vigila como un
guila.
($2,<,-1)
El puerto
Con un pesado ruido, la caja rompe en la calle contigua a los muelles y su contenido, botellas repletas de vino, se esparce por el suelo. Pronto un charco de buen Oporto cubre la calle. El joven trabajador, que se supone responsable de cargar el contenedor en el barco con un sistema de poleas, mira con perplejidad desde el otro extremo de la cuerda. Antes de que llegue a saber lo que ha sucedido, la pesada y enojada voz del capit
n le recrimina desde el barco: '
Por los Dioses!
Pero qu
pasa ahora?
Es que estoy rodeado de idiotas?
n me env
a este hatajo de in
tiles como operarios?
lo retrasa nuestra marcha sino que ahora este canalla ha destrozado mi mejor caja de Oporto!
Lo acababa de comprar, diablos, y no ha sido una adquisici
n barata!
nde conseguir
ahora una nueva caja?
Debemos hacernos a la mar dentro de dos horas!
El operario limpia velozmente los lamentables restos del amado vino del capit
n mientras otros trabajadores cargan los
ltimos suministros en el nav
o. La carga ya est
a bordo desde las primeras horas de la ma
ana: son armas y armaduras para un reino vecino. La ruta no est
exenta de peligros, pero es la
nica forma de llegar. As
que el comerciante no tiene m
s elecci
n que confiar sus suministros a la bodega de un peque
o barco mercante.
($1,>)
Por suerte, el capit
n es un hombre muy capaz, que sabe c
mo mantener su nav
o en la ruta incluso con mal tiempo y que siempre ha llegado a su destino. Al verlo en el puente, recuerda m
s a un temido pirata que a un transportista. Su cara y sus brazos est
n bronceados por el sol y la sal del mar y recuerdan al cuero gastado. Viste unos pantalones negros y una sencilla camisa blanca que lleva casi siempre arremangada incluso en la peor de las tormentas. Un largo sable pende de la funda de cuero de su cintur
n: parece que podr
a partir a un hombre en dos con un simple golpe. Su chaqueta de capit
n, un regalo del gremio mercante, cuelga de un armario en su cabina y parece que nunca ha sido utilizada.... lo cual, probablemente, se acerca mucho a la realidad.
Finalmente, despu
s de que todo ha sido embarcado, el a
n enojado capit
n da la orden de levar anclas y hacerse a la mar. Lentamente la larga vela, con los colores del Reino, se despliega y el `Ganso Marino', como ha sido bautizada recientemente la nave, gana velocidad. El capit
n siempre se enorgullece cuando el viento hincha las velas y el `Ganso Marino' comienza a surcar las aguas. Aguardaba su construcci
n y ahora es su dominio: es el
nico que da las
rdenes y todos los miembros de su tripulaci
n lo saben.
Con la despedida de los trabajadores portuarios, abandona el puerto el 'Ganso Marino', desliz
ndose majestuosamente hacia el mar abierto. El mar a lo largo del ancho horizonte est
calmo y dif
cilmente se ve una nube en el cielo. Al volver el capit
n la vista hacia donde estaba la ciudad, ve como
sta se disuelve lentamente en el horizonte y su humor mejora por momentos: aqu
, en el mar abierto, con s
lo las olas abajo y el cielo como techo, se siente verdaderamente en casa. Enciende su pipa y se reclina relajado sobre la pared de su cabina. Incluso puede o
rsele tararear la canci
n que cantan sus tripulantes mientras reparan las
ltimas cajas en cubierta. Una vez m
s entregar
la carga sana y salva y ni el rayo ni la tormenta podr
n detenerlo.
($2,<,-1)
'Una gu
a para nuevos soberanos'
Su asentamiento existe tan s
lo desde hace unas semanas cuando uno de sus consejeros le ha tra
do un interesante libro: es bastante antiguo, pero contiene consejos para crear un nuevo reino que a
n son aplicables hoy en d
a. El libro de llama 'Una gu
a para nuevos soberanos' y describe a lo largo de diversos cap
tulos lo que un aspirante a Se
or deber
a tener siempre presente.
Para hacerle la vida m
cil, encontrar
algunos extractos de vez en cuando.
Ahora que puedo rememorar mi vida pasada de aventuras y
xito, quiero darle, querido lector, algunos consejos fruto de mi rica experiencia. Hace a
os particip
en numerosas guerras, y ahora gobierno un amplio reino, congratul
ndome de la paz finalmente conseguida, as
que quiero transmitirle algo del conocimiento que ha hecho de mis dominios lo que son ahora. Lo primero a tener en cuenta es que para hacer de la guerra un modo de vida, necesitar
una mente fr
a y un brazo fuerte para gobernar sus tierras.
que estas p
ginas le ayudar
n a construir un reino robusto y duradero.
Kar Enil, Conde de Storowo. A
o de Nuestro Se
or 3810 (nota del cronista: 470 a
os antes del Rey Abanor)
($1,>)
tulo I 'Agricultura'
La agricultura deber
a ser siempre nuestro centro de atenci
n principal, pues el trigo es la fuente b
sica de alimento de nuestro pueblo... no olvide nunca guardar el suficiente para poder utilizarlo como simiente en la siguiente primavera. Pero la cosecha resultante tambi
n depende del tama
o de nuestro pa
s, el n
mero de molinos para procesar la cosecha, y, por
ltimo, pero no por ello menos importante, la meteorolog
a: incluso un cultivo perfectamente planificado puede arruinarse por una racha de mal tiempo.
sta es la raz
n por la que siempre conservo grano en nuestros silos: me permite ayudar a otros que no tienen tanta suerte o no han sido precavidos como nosotros.
Tan importante como el sembrar y el recolectar es la distribuci
n del grano posterior. Si mantiene a su pueblo hambriento,
ste r
pidamente perder
cualquier tipo de confianza en usted, mientras que si opta por una buena alimentaci
n atraer
a nuevos inmigrantes.
Como norma general: si suministra m
s grano para consumo del necesario, la confianza o fe en usted se incrementar
y el n
mero de nacimientos tambi
n crecer
; si no suministra el suficiente, la confianza caer
muy r
pidamente y la gente incluso llegar
a morir por la hambruna.
Lo peor que puede hacer es no dar alimento en alg
n trimestre a sus ciudadanos. Por ello mi
ltimo consejo en este cap
tulo es: es mejor apretarse algo el cintur
n un par de veces, que pasar sin grano alguno una
nica vez.
($2,<,-1)
'Una gu
a para nuevos soberanos'
tulo II 'Impuestos'
Especialmente en los primeros a
os de nuestro gobierno, los impuestos y tasas son la fuente pecuniaria m
s importante. Tambi
n tiene una gran influencia en la confianza o fe que nos profesa nuestro pueblo as
como en la inmigraci
n y emigraci
n. El impuesto b
sico es el m
s importante de todos y ser
la fuente m
s importante de ingresos a lo largo de los a
os. Increm
ntelo en exceso y su gente probar
suerte en otros lares. Si necesita aumentar la poblaci
jelo: las noticias se extienden r
pidamente y la gente llegar
, literalmente, en tropel.
Los aranceles se imponen a todos los bienes vendidos, provengan o no del extranjero, as
que si son demasiado elevados, sus artesanos se los vender
n a otros mercaderes en lugar de a usted.
Las tasas judiciales son las m
s dif
ciles de gestionar, puesto que influyen directamente en lo duro que juzgan sus jueces los delitos. Recuerdo c
mo tom
las riendas del reino de mi padre cuando a
n era joven y c
mo algunos nobles ricos se dijeron a s
mismos que era una estupenda oportunidad para levantarse contra m
demandando m
s tierras y oro. R
pidamente envi
tropas a sus tierras, y, para que sirvieran de ejemplo a otros nobles, se detuvo a los l
deres, fueron decapitados y sus posesiones confiscadas. Esto supuso una fuerte fuente de ingresos en oro, pero el descontento del pueblo llano se acrecent
. Algunos abandonaron el pa
s debido a mi mano de hierro con los rebeldes y la fe en su gobernante descendi
a niveles m
nimos. Apenas consegu
evitar una rebeli
n abierta. S
lo una dr
stica reducci
n de impuestos y una gran p
rdida de dinero me permiti
permanecer en el poder. Unos impuestos adecuados siempre son un dif
cil equilibrio entre unas arcas llenas y una poblaci
n contenta. Pruebe algunas variaciones, pero siempre con cuidado y elija los pasos a dar con cautela.
($1,-1)
'Una gu
a para nuevos soberanos'
tulo III 'Producci
Desde muy al principio, un amplio abanico de artesanos se asentar
n en su reino: producir
n las armas, protecciones como yelmos y armaduras/arneses, barcos y cualquier otra cosa que necesite antes o despu
s. Pero, naturalmente, exigir
n ciertos requisitos para realizar su labor. En primer lugar, deber
construir forjas y un aserradero.
Los herreros producen gran cantidad de bienes o, al menos, sus partes m
s relevantes. La parte de la producci
n que su gente no necesita para s
mismos le ser
ofrecida. No puede controlar directamente el tipo de bienes producidos, pero hay algunos factores que s
influyen y puede controlar.
s importante son los recursos naturales. Cuando recib
estas tierras de nuestro padre, consist
an esencialmente en pastos y zonas des
rticas. Las escasas zonas monta
osas eran una fuente de recursos pobres y ten
a que comprar la mayor
a de los bienes a nuestros vecinos a cambio de cantidades ingentes de oro. La poca mena extra
da se necesitaba para cubrir las necesidades b
sicas de la poblaci
n, de manera que nada quedaba para producir armamento. Pero entonces, el mandatario de un pa
s vecino feneci
inesperadamente sin heredero, gracias a lo cual me hice con el control de una amplia zona monta
osa: en ella se encontraron grandes dep
sitos de carb
n y minerales, con lo que nuestros mineros incrementaron de forma espectacular la producci
n, el abanico de bienes se diversific
y los precios cayeron.
Pero tambi
n sabemos que nuestros herreros tienen habilidades limitadas inicialmente: s
lo pueden producir bienes simples como dagas, espadas cortas o de ce
ir (tambi
n conocidas como gladius) o brunias (armaduras de cuero). S
lo despu
s de mejorar nuestros conocimientos en las
reas de tecnolog
a y arte de la guerra se podr
n producir mejores armas, como espadas tipo claymore, y mejores protecciones como los petos de placas. La alquimia nos ayudar
a producir aleaciones mejores y m
s resistentes.
($1,-1)
y 'Una gu
a para nuevos soberanos'
tulo IV 'Comercio'
El comercio con otros pa
ses siempre ser
una parte importante de su quehacer diario: eso significa vender bienes de producci
n propia o comprar productos que necesita, pero que no puede producir por s
mismo. Lo primero que necesita, como es l
gico, es encontrar socios comerciales. Puede enviar a sus exploradores para que le informen de los nuevos reinos que encuentren, pero deber
prestar tambi
n atenci
n a los exploradores de potencias extranjeras que le visiten a usted.
Emplee siempre algunos hombres para localizar mensajeros de otros pa
ses y obtener de ellos alguna informaci
n sobre sus Se
ores. Incluso he tenido algunos visitantes del otro lado del mar, a pesar de no disponer a
n de una flota. Siempre me ha gustado relacionarme con ellos y realizar ventajosos negocios a su trav
s. Tambi
n dispon
a de algunos hombres pendientes de localizar barcos en el horizonte. Cuando los descubr
an, enviaba normalmente un peque
o bote... y consegu
a un nuevo socio.
Ha de encontrar formas de comerciar. La primera es el mercado libre: todos los bienes aqu
ofrecidos pueden ser comprados por cualquiera que est
dispuesto a pagar su precio. Naturalmente, eso incluye a enemigos potenciales o reales a los que no desee vender. As
que si desea vender s
lo a ciertos Se
ores o vender a precios especiales, deber
recurrir a los acuerdos/contratos.
En mi juventud, cuando luchaba en algunas encarnizadas batallas contra Sigurd El Negro, los acuerdos firmados s
lo significaban conseguir suministros de mis aliados. Supuso tambi
n una ventaja que nadie conociera estas transacciones. Durante un largo tiempo, Sigurd no supo bien qui
n me apoyaba ni de qu
forma. Cuando se dio cuenta de lo poderosos que eran mis aliados, ya estaba perdido.
Utilice estas posibilidades sabiamente!
($1,-1)
> 'Una gu
a para nuevos soberanos'
tulo V 'Asuntos exteriores'
s tarde o m
s pronto se percatar
de que su reino no es una isla: las relaciones con sus vecinos son importantes y deben ser cuidadas adecuadamente. M
s de una vez, s
stas nos salvar
n de ser derrocados. Si dispone de poco oro y el comercio es reducido o si el grano escasea, bien podr
a ser aconsejado por otro Se
or con el que guarde una buena relaci
n, quien podr
a prestarle o venderle algo que necesite.
No olvide, naturalmente, devolverle el favor o la pr
xima petici
n de auxilio podr
a ser respondida con la fuerza bruta, no con ayuda. Si desea expandir su reino pero todas las tierras del contorno est
n bajo el control de sus vecinos, no deber
a empezar con una confrontaci
n: puede que alguno de sus vecinos tenga problemas econ
micos y quiera venderle algunos acres de terreno o usted podr
a ayudarle en una guerra contra sus enemigos y aceptar algunos acres de pastos como pago.
Una de las mejores formas de hacerse una reputaci
n es apoyar a los reinos d
biles y peque
os en la eterna lucha contra los orcos con sus fuerzas o prestar sus ej
rcitos a los aliados para defenderse de un enemigo com
n. Si tiene la suerte de forjar una alianza con otros Se
ores, aseg
rese de que el acuerdo beneficiar
a su reino: de ser as
, no dude en esta colaboraci
Una gran parte de la historia de Tamar est
vinculada a poderosas alianzas. Tengo aliados de confianza con los que he luchado codo con codo en numerosas guerras. Por otro lado, he suministrado las armas y protecciones de mejor calidad que mis herreros producen. Finalmente, quiero recordarle otra opci
n: si piensa que su pa
s necesita protecci
n permanente contra una fuerza poderosa o si no hay otra forma de evitar la ruina, puede elegir someterse a otro Se
or como su vasallo. Esto no es necesariamente una desgracia o humillante: como vasallo habitualmente ser
recompensado por su buen servicio con tierras, oro o bienes de su Se
or feudal. Y disfrutar
de la protecci
n de su Se
or en una guerra.
($1,-1)
'Una gu
a para nuevos soberanos'
tulo VI 'El futuro'
Ahora que le he mostrado, en los cap
tulos anteriores, lo m
s importante para ser un gobernante duradero, no olvide echar una mirada al futuro.
Dispone de varias alternativas para triunfar en Tamar. Le corresponde a usted elegir, y ser
su responsabilidad, no importa si elige ser un mercader, un conquistador, un mercenario o un diplom
tico.
Durante mucho tiempo, eleg
el camino del guerrero y del conquistador. Luch
infinitas batallas y algunos reinos mordieron el polvo bajo mis ataques. Pero incluso aunque destaqu
entre el mont
n como una fuerza poderosa, no es la
nica forma o incluso podr
a no ser la (m
s) correcta.
Fui digno de confianza entre los reinos m
s peque
os, lo que me permiti
producir algunas armas gracias a sus ricos recursos, combinado con una baja poblaci
n y al grano producido por otros principalmente para exportar. Pronto fue imposible producir todo lo que necesit
bamos en nuestra econom
a, pues nuestros recursos los concentr
en mantener las campa
as, as
que compr
a peque
as naciones que pudieron vivir gracias a este comercio.
A veces, ten
a que pedir ayuda a pa
ses neutrales que actuaban como mediadores en negociaciones dif
ciles. Al principio de mi gobierno, me complac
a recibir ayuda de los mercenarios para protegernos de los orcos. Esta ayuda no era desinteresada, pero era mejor pagarla que perecer.
Mientras mi poder crec
a, algunos peque
os reinos se sometieron voluntariamente y se convirtieron en mis vasallos. A cambio, recib
an tierras y otros agasajos. La mayor
a de estos se
ores lo hac
a libremente, porque la vida como vasallo no era la peor elecci
n despu
s de todo. Siempre se alegraban de mi protecci
n y me lo agradec
an con una lealtad inquebrantable.
lo usted puede poner l
mites a sus logros, tanto si participa en batallas o intenta poner fin a ellas, como si transporta espadas o las vende. Usted es el due